domingo, 20 de mayo de 2012

De la mujer sumisa al “genio femenino”:

De la mujer sumisa al "genio femenino":

Rosa Martha Abascal Olascoaga 17 May 2012.

Uno de esos ámbitos en los que Juan Pablo II imprimió su huella particular e indeleble fue el tema de la mujer y su papel en el mundo actual, en la familia y frente a los hijos y a la Iglesia.
Sumisa… y también el hombre

Una de las grandes críticas que la Iglesia sufrió a lo largo del Siglo XX, fue la afirmación de San Pablo "mujeres sed sumisas con sus maridos" ya que se leía como discriminación para quien tenía igual dignidad que el hombre.
Juan Pablo II, leyendo los signos de los tiempos, comprendiendo la naturaleza de la mujer (ser humano) y con fundamentos bíblicos en los cuales abunda en la encíclica Mulieris Dignitatem, afirma que "las razones de la sumisión de la mujer al hombre deben interpretarse como una sumisión recíproca (…) Ser conscientes de que en el matrimonio se debe producir la recíproca sumisión de los cónyuges en el temor de Cristo y no exclusivamente la de la mujer respecto al marido es una actitud que debe abrirse camino en los corazones, las conciencias, las actitudes y las costumbres".

Pero Juan Pablo II no se queda en esa afirmación, va aun mas lejos cuando afirma "(…) ¡ Cuánto debe decirse y escribirse sobre la enorme deuda del hombre hacia la mujer en todos los campos del progreso social y cultural! En el intento de contribuir a colmar esta laguna, quisiera representar a la Iglesia y rendir homenaje a la múltiple, inmensa, si bien a menudo silenciosa, contribución de las mujeres en todos los ámbitos de la existencia humana".

La mujer, preocupación constante durante su pontificado

Juan Pablo II a lo largo de su pontificado escribió y pronunció discursos dedicados a la mujer, su esencia, su naturaleza, su dignidad y vocación. Muestra de ello es la carta apostólica Mulieris Dignitatem que publicó en 1988 con ocasión del año mariano. En ella afirma que la vocación primaria de la mujer es su vocación al AMOR, la cual se manifiesta y expresa en los múltiples roles o caminos que puede ir tomando en el mundo.

Esto – dice Juan Pablo II- se debe a que el varón, ha sido confiado a la mujer con su "genio femenino" pues ella es cuna de la humanidad tanto física como espiritualmente, "y es por esto por lo que todos y cada uno de los seres humanos deben agradecer por todas las mujeres y por cada una: por las madres, las hermanas, las esposas; por las mujeres consagradas a Dios en la virginidad; por las mujeres dedicadas a tantos y tantos seres humanos que esperan el amor gratuito de otra persona; por las mujeres que velan por el ser humano en la familia, la cual es el signo fundamental de la comunidad humana; por las mujeres que trabajan profesionalmente, mujeres cargadas a veces con una gran responsabilidad social; por las mujeres 'perfectas' y por las mujeres 'débiles'".

La mujer… semilla de la paz

En el mensaje para la Jornada Mundial por la Paz de 1995, Juan Pablo II resalta la labor insustituible y ejemplar de la mujer como sembradora de la paz.

Para sembrar la paz, antes que nada la mujer debe reconocerse como un par, un complemento, un semejante del varón, y no como una contrincante, una subordinada o competencia del mismo. Muchas mujeres, debido especialmente a condicionamientos sociales y culturales, no han alcanzado una plena conciencia de su dignidad, mientras que otras son víctimas de una mentalidad materialista y hedonista que las considera un puro instrumento de placer. Hoy el reto es rescatar y resaltar el valor de cada mujer.

En la educación para la paz, la madre desempeña un papel de primerísimo rango por la especial relación que la une al niño sobre todo en los primeros años de vida. Ella le ofrece aquel sentimiento de seguridad y confianza sin el cual le sería difícil desarrollar correctamente su propia identidad personal y posteriormente establecer relaciones positivas y fecundas con los demás. Ella le brinda al hijo el Amor y la ternura que el necesita para viviendo en un entorno de paz, ser capaz de sembrar la paz en otros entornos (su escuela, sus amigos y posteriormente su vida entera).

El genio femenino

En su carta a las mujeres del 29 de junio de 1995 Juan Pablo II habla de la mujer como la personificación del Amor en el mundo, y resalta que a pesar de tantos condicionamientos, el mundo ha conocido y vivido verdaderamente el "genio de la mujer", habiendo visto surgir en su seno, mujeres de gran talla que han dejado amplia y beneficiosa huella de sí mismas en el tiempo. Tal es el caso de Catalina de Siena, Juana de Arco, Teresa de Ávila, Edith Stein, Isabel la Católica y tantas otras que aun en los tiempos más machistas fueron capaces de con su feminidad, conquistar su presente y el futuro.

Ese "genio femenino" se manifiesta mas puramente en la DONACIÓN que la mujer hace de sí misma en la vida diaria pues ella más que el varón ve a la PERSONA desde su corazón y no solamente en razón de un intercambio, un utilitarismo, o un "hoy me sirves para algo, u hoy me lastimas y ya no te quiero cerca"… Cuando ella ama se da de tal forma, que su bienestar o bien ser es lo último que le importa mientras esté cerca del amado para que él esté bien. Ella ve a la persona independientemente de los diversos sistemas ideológicos y políticos, la ve en su grandeza y en sus límites, y trata de acercarse a ella y serle de ayuda acogiendo y dando vida con su vida.

La maternidad

En la audiencia general del 6 de diciembre de 1998, Juan Pablo II se enfocó a resaltar y rescatar el valor de la maternidad.

En el mundo contemporáneo no siempre se da a este valor una justa y equilibrada importancia. En algunos casos, la necesidad del trabajo femenino para proveer a las exigencias cada vez mayores de la familia, y un concepto equivocado de libertad (que ve en los hijos un obstáculo a la autonomía y a las posibilidades de afirmación de la mujer), han ofuscado el significado de la maternidad para el desarrollo de la personalidad femenina. En otros casos, existen todavía ideologías pre-conciliares que "otorgan valor a la mujer" en tanto generadoras de vida biológica como su única función en el mundo. Tan equivocada una como la otra postura.

El desarrollo de la personalidad femenina requiere del compromiso en favor del Amor. La mujer, más sensible ante los valores del corazón, muestra una alta capacidad de entrega personal. La mujer, a lo largo de la historia, ha representado a menudo la cercanía de Dios a las expectativas de bondad y ternura de la humanidad herida por el odio y la división, sembrando en el mundo las semillas de una civilización que sabe responder a la violencia con el amor. Ese es hoy el reto de la mujer según Juan Pablo II… ser portadora de vida y Amor.

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