Para los chavales ninguna nueva tecnología pugna con la televisión, que se ha transformado en su cómplice de esparcimientos, distracción y contento. Ni consolas, ni videojuegos, ni teléfono móvil.
Si las nuevas tecnologías son tan importantes en el desarrollo de los críos, ¿nos cercioramos los progenitores del tiempo que destinan los retoños a la televisión? ¿sabemos los padres los contenidos que visionan? ¿las cadenas televisivas viven las franjas horarias que salvaguardan al chaval? Los chiquillos destinan excesivo tiempo a la tele, más de dos horas al día, entre los 4 y 14 años. Visionan series y dibujos animados para todos los públicos y en horario prohibido.
"No es necesario poner dibujos animados, ni abandonar a los niños delante de la pantalla para entretenerlos, para que no molesten o descansen. Hay otras alternativas; paseos, el parque, libros, cuentos o juegos", afirma Ruth Gutiérrez, directora del departamento de Cultura y Comunicación Audiovisual de la Universidad de Navarra.
Un estudio de la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC) ejecutado para el Defensor del Menor, desvela que el enorme derroche televisivo de los críos se origina entre las diez y las doce de la noche, una parrilla sin ningún tipo de limitación que está fuera de la protección legal de los chavales.
Para el presidente de AUC Magazines: "La parrilla de la programación está mal organizada desde el punto de vista pedagógico y por segmentos de edad". Se lamenta de que en pocos minutos se pasa de un evento escogido para pequeños de 5 y 6 años a otro encaminado a chiquillos de 12 a 13 años.
"Los niños más pequeños acaban reproduciendo hábitos, estilos de vida, relaciones, tipo de música y modos que no les corresponde a su edad".
Se trata de una estrategia de marketing, afirman desde la Confederación Española de Asociaciones de Padres de Alumnos (Ceapa). "El niño se vuelve caprichoso, pierde el control de lo que quiere. Por eso es menos consciente de la realidad e intenta vivir más la ficción. Los niños imitan lo que ven en la tele, creyendo que eso que están reproduciendo es normal".
Otras productos como; "Los Simpson" "South Park" o "Padre de Familia", explotan la chispa de la animación para urdir sátira social maliciosa, enfilada a los mayores.
"Los cuentos clásicos también tienen una expresión del mal, enseñan temor y miedo a la bruja, al lobo. Blancanieves no está excluida de violencia. Están basados en que en el mundo hay peligros y que el niño tiene que confiar en los padres y en la familia. Sin embargo, los cuentos ayudan a los padres a explicar a los hijos lo que no pueden explicarles si no es con la ayuda de un relato", sostiene la profesora Ruth Gutiérrez.
Clemente Ferrer
Presidente del Instituto Europeo de Marketing
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