El empeño por resultar políticamente correcto llega a veces a extremos que me resultan sorprendentes. Últimamente he tenido la ocasión de asistir a varias reuniones internacionales sobre la familia y su lugar en la sociedad, y muchos de los que han intervenido en ellas se han sentido en la obligación de empezar diciendo que renuncian a buscar una definición de familia.
Ignacio Socías Piarnau - La Razón, 29 de enero 2011.
Algunos, incluso, se han permitido añadir que esa decisión era sin duda la más inteligente, para no excluir ni herir a nadie.
Cuando me ha tocado el turno a mí, he tratado de explicar que me resulta muy difícil hablar de algo que no sé qué es, como le pasaría a un médico que no fuera capaz de explicar una enfermedad, o a un abogado que no pudiera delimitar qué constituye delito, o a un profesor que piense que la mejor explicación de un tema es no hacerla.
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